sábado, 8 de diciembre de 2012

PICO PEIRO

Día 6 de Diciembre de 2012

Fiesta no religiosa la de hoy, aniversario de una de las  constituciones, también en este año se recuerda la de la Pepa. Nos levantamos con la grata noticia que a un individuo que fuera presidente de los patronos, aquel que dijo: "hay que trabajar más y cobrar menos", le han enchironado acusado de "trabajar poco y ganar mucho". La verdad es que, pienso: si a los que como él actúan los metieran en prisión, no habría suficiente sitio en las cárceles del país para todos.

Bueno, pero como es festivo, nos vamos a pasar la mañana al monte. En esta "gesta" participamos Maite, el montañero Atos y yo.
Atos
El paisaje de Pirineo ha cambiado, aquellos cálidos colores amarillo-rojizos que describía hace muy pocos días, se han tornado en el blanco inmaculado de la nieve recién caída, color este, que lucen las novias cuando ante el altar, juez, alcalde o concejal, da fe de su pureza. Además, si su pareja es rica, inteligente y guapa o guapo, diremos que ha dado en el "blanco" y por ser  día de boda, los invitados van de punta en "blanco".
En el camino, vemos el Tozal de Guara, luciendo  el mencionado color en su cumbre. Nosotros vamos más bajos y comentamos que de haber nieve, será en rincones umbríos y en poca cantidad.  El embalse de Arguis luce sus mejores galas, está a rebosar de agua. Tomamos la carretera que lleva a Bentué de Rasal y conforme vamos llegando a la pista en la que dejaremos el coche, nos damos cuenta de nuestra equivocación en cuanto a la cantidad de nieve: está precioso, casi tanto como aquella novia.
Maite y Atos
Nos calzamos la botas (Atos no las ha traído) y comenzamos a caminar por una pista que en pocos metros, nos deja en la senda que lleva al pico Peiro.
Los pinos están cargados de nieve, vamos subiendo por bosque de coníferas, boj, roble y hayas, a todos ellos la naturaleza los ha pintado de blanco.
Es una preciosa y sostenida subida, Atos disfruta de un medio poco habitual en la capital. 





En el bosque

En algunos pasos, hay que agacharse para poder pasar por debajo de las cargadas ramas del pino. A lo lejos se escuchan disparos de  cazadores.
El camino, al igual que el de la pasada entrada en estas páginas, también está amueblado con barandillas y cables. En algún momento se agradecen, pues dan sensación de seguridad en el lado de ladera que cae unos metros que mejor, no medir.
En el espectacular Hayedo de Peiro, un cruce señala el camino hacia Bolea, nosotros tiramos en dirección norte.
La novia de Peiro
Cuando el bosque desaparece, algún que otro pino lucha contra su destino y disfrazado de novia, nos recibe y anuncia que tengamos cuidado donde pisamos, el suelo está resbaladizo y ahora, la pendiente se empina y bajo el manto de nieve hay piedras traidoras. 









Maite en la cumbre




En poco tiempo, alcanzamos la cumbre en la que la panorámica es espectacular: una nube nos deja ver hacia el sur, el Moncayo, hacia el norte, toda la cordillera central de los Pirineos. Vemos las tres Marías con sus hermanas mayores presididas por el Monte Perdido, al este, Collarada, al oeste, lejos el Tozal de Guara y más cerca la Punta del Águila. Abajo, la carretera en obras por la que una procesión de gusanos de hojalata discurren, nos indica que la temporada de esquí ha comenzado y que todos caben y que si no es así, arrasaremos el monte y ganaremos espacio para que todos quepamos. 
Con Atos

Atos ha subido en un ir y volver incesante, revolcándose y lamiendo sin cesar  la nieve, calculamos que realiza nuestro trayecto multiplicado por cuatro.
En la cumbre, que tiene buena caída a uno y otro lado, lo sujeto más por miedo mío que por su seguridad, ya que sus cuatro patas lo mantienen bien sujeto. Además, no está federado en montaña.






El "muy perro"


El descenso lo hacemos por el collado que antes hemos evitado, las nubes han desaparecido y hace un día radiante y nuestra mascota sigue disfrutando de lo lindo.
Más abajo nos cruzamos con algún ejemplar macho de su especie con el que tienen más que ladridos.
Y lo que faltaba, poco más tarde una hembra en celo altera las hormonas de Atós y él, que es muy perro y que llevo atado, me baja como "idem por rastrojo".

Una buena mañana, la que hemos pasado y que termina con unas cañas en el bar de la esquina de nuestra calle, antes no ha podido ser porque hoy conduzco. (Esta última frase la voy a patentar y vender a la DGT)



Hasta otra

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