lunes, 4 de noviembre de 2013

EL MONCAYO (De nuevo, otra vez)

Día 3 de Noviembre de 2013

Fuera de programa y en atención al hermano de Maite, Jesús, que nunca había ascendido a este atrayente pico, organizamos una salida en el único día que teníamos libre. Nos acompañan, también, Lola, Piedad y Luis Lasala (un lujo).
Niebla por el pinar.
Arrancamos los bólidos a buena hora, los días van acortando y por si las moscas, hay que madrugar.
Bueno, moscas ni una, la mañana no anima a estos pesados insectos a volar por las llanuras que atraviesa la fatídica N-232. Es curioso, se realizan grandes inversiones en autovías en la montaña para acceder a las pistas de esquí, y vías como esta, de las más transitadas del país y que tantas vidas se está tragando, siguen siendo tercermundistas.
Tomamos la que conduce a Soria y más de los mismo, menos mal que el paso por algunas poblaciones como Magallón, Borja y Bulbuente, compensan con creces la desidia de los responsables que tenemos en las altas esferas de gobierno. También hemos pasado cerca de Alberite de San Juan, encantadora localidad en que la pareja José Luis y Mª Jesús Escuer, cultivan un pequeño huerto y grandes cantidades de entusiasmo.
El sol luchando con la niebla.
La verdad es que la mañana no invita a andar por los montes, llueve y la sierra está totalmente cubierta de nubes. Se ve poco personal por la zona, solo algunos amigos de las setas y algunos "estalentaos", andamos por el camino. Decidimos subir hasta el aparcamiento de las hayas y decidir que hacer con nuestros cuerpos. Pues nada, que lo que abajo era lluvia, aquí es nube y con las botas calzadas, a través de la niebla, comenzamos a subir la primera cuesta. Analizado el tiempo, la idea es subir por la ruta clásica y bajar por el collado de Castilla.

Luis, Lola y Jesús.
Dejamos el santuario del Moncayo y por el bosque de pinar, andamos la agradable senda que por él transcurre. Nos mojamos, no de lluvia, sino de las gotas que los árboles recogen de la espesa niebla.
La intervención humana sobre la vegetación (carboneo, pastoreo, etc.) ha dado lugar a la aparición de extensos matorrales, destacando los acebedos de la umbría de la Pedrisca. Así, el mosaico de vegetación natural se ha enriquecido con la existencia de bosques de pino silvestre, pino pinaster, pino laricio y pino negro. La evolución de estos bosques artificiales está favoreciendo la instalación de las masas naturales de haya, roble, rebollo y encina, que regeneran bajo la cubierta de los pinares, volviendo a ocupar los terrenos de los que las eliminó el uso humano.
Hay que abrigarse.
En poco tiempo, dejamos el bosque y la piedra (caliza, cuarcita y pizarra), pasa a ser la protagonista del paisaje. Volvemos la vista hacia el somontano del Moncayo y nada, no vemos nada, la visibilidad está cada vez mas ausente.
Conforme vamos ganado altura, la temperatura disminuye y el viento aumenta. El desnivel, también aumenta, yo miro hacia el Circo de San Miguel, intentando adivinar, entre la niebla,  la presencia de algún gnomo de los que comentaba en la entrada anterior y que con gran maestría, Bécquer escribe. 

Lucha contra la adversidad.
Maite, Jesús, yo y Piedad.
Tras unas cuantas lazadas, alcanzamos el collado de S. Miguel y aquello es un infierno. Las nubes nos atraviesan a gran velocidad, impulsadas por un fuerte y gélido viento de norte que nos invita a volver, cosa que inteligentemente hacen Lola y Luis. El resto seguimos por el cordal que nos separa de las tierras de Machado y que nuestra querida amiga soriana, Piedad, no puede divisar. Adivinamos que estamos pasando por el cerro de S. Juan (2274 m.) y manteniendo como podemos nuestros cuerpos en posición vertical, llegamos al Pico del Moncayo o S. Miguel(2315 m)

Lo primero que hacemos, es resguardarnos al abrigo de uno de los varios refugios ventisqueros que se encuentran en el lugar. Luego, una sesión de fotos, que pronto concluimos, las manos del fotógrafo se quejan de frío. Dado que el clima no es nada favorable, decidimos volver por el camino que hemos subido, nos cruzamos con algún montañero, hoy hay ausencia de turistas de zapatilla y short.
Vamos rápidos, se diría que con ganas de alcanzar el punto de descenso  y poco a poco, ir recuperando temperatura.
Desandando.
De vez en cuando, entre nube y nube, el sol deja pasar algún tímido rayo de luz y adivinamos parte del paisaje que, por otro lado, ya conocemos.
Así es el Moncayo. Te atrae hacia él como poseído de una extraña fuerza magnética y de la misma manera, te invita a dejarlo en paz, necesita de su soledad para conservar esa belleza propia de una de las montañas más bellas que uno puede visitar y disfrutar.
Hemos alcanzado la cima, pero Jesús no ha podido disfrutar del paisaje que desde este inmejorable mirador, se puede disfrutar: desde los Pirineos hasta Urbión, desde el somontano del Moncayo hasta el de Barbastro, desde las áridas tierras monegrinas hasta los bosques de la cordillera Ibérica, desde...
Pues eso, a nuestro pesar volvemos hacia nuestro origen, la ciudad, no sin antes hacer un alto en el camino y mezclar las provisiones que arriba no hemos sacado, con unos huevos y su acompañamiento, que nos sirven en un establecimiento hostelero de Bulbuente.
Por no hacer pesada la lectura de esta enésima experiencia por el Moncayo, invito a quien lo desee, a  echar un vistazo a alguna de las varias referencias, que de esta sierra he descrito en otras ocasiones.
Hasta pronto.
FOTOS.


3 comentarios:

  1. Muy bien. Que fuertes estáis; no rebláis ante... viento, nieblas y poco sol. A ver cuando puedo acompañaros.

    ResponderEliminar
  2. No fuisteis los únicos que os chipiasteis. Por esas horas estaba más abajo, en Morca. Me habría gustado estar ese día arriba para intentar ver un raro fenómeno: el "fogbow" o arco iris de niebla. En el buscador de imágenes: fogbow moncayo. La primera foto.

    ResponderEliminar
  3. e-cuervo, no nos llegamos a mojar, pero el frío era de esos típicos del Moncayo: "frio y viento"

    ResponderEliminar