domingo, 15 de junio de 2014

BARRANCO BASENDER

Día 14 de Junio de 2014
Aún no ha amanecido en la urbe, cuando salimos Atos y yo al acostumbrado paseo matutino. En su reciente operación, ha perdido un ojo pero, a pesar de todo, ve más que yo. Tras días de calor, el cierzo refresca la mañana, pero el viento no logra hacer desaparecer el olor clásico que los habitantes de la noche producen al desalojar el exceso de líquidos, que sus cuerpos ya no soportan, en los alrededores de los contenedores de reciclaje. Salimos del garaje (Maite recrimina a un muchacho la acción ya descrita y, como si nada) en dirección al lugar en el que recogemos a José Antonio. Otro vehículo sale del sur de la ciudad con Fernando, Luis (the doctor) y Lola que, con sus amigas las muletas, nos acompaña.
Barranco Basender.
Benito nos instruye, Lola mira.
Y como buenos "estalentaos" que somos y por aquello de que "no te acostarás sin haber aprendido una cosa más", nos vamos de barrancos, corrijo: de barranco.
Tras habernos reagrupado en una parada antes de la Osca, nos dirigimos hacia Lecina. Las modernas autovías, dan paso a una entretenida carretera que en su serpentear, parece no querer llegar nunca a su destino. Alquezar nos saluda a nuestra izquierda, digo a nuestro frente, no, ahora queda al otro lado y...¡me voy a marear!. A lo mejor tiene la culpa el aroma del licor de Colungo, cuyas calles atravesamos.

Camino de aproximación.
Hemos quedado con Benito de Aragon Aventura, en el aparcamiento, previo a Lecina. ¡Sorpresa!, no ha venido solo, su hijo Alonso (el Ruiseñor de Sallent), le acompaña. Rápidamente nos calzamos, nos encremamos y atendemos las instrucciones que Benito imparte (¡a la vejez viruelas!) en el arte del rápel.
Una vez aprendida, a medias, la lección, nos despedimos de Lola que, lógicamente, no puede acompañarnos, le dejamos las llaves de los coches e iniciamos el paseo de aproximación al "Barranco Basender".


Barranco del Vero.
Descendemos hasta el curso de río Vero que aguas abajo nos muestra sus imponentes paredes. Dejamos atrás el Molino de Lecina, vieja construcción que a orillas del río, aun se mantiene en pié. Comenzamos un ascenso por una senda adornada con algunos arbustos de boj, enebros, sabinas, etc. Hace calor pero el paisaje bien merece la pena. Abajo se adivina el barranco por el que descenderemos, enfrente sus paredes muestran espectaculares formaciones de estalactitas que el dióxido de carbono que se encuentra disuelto en el agua de lluvia,  ha construido sobre la roca caliza.
Camino del barranco.
Quien sigue estas páginas, habrá observado nuestra afición por recorrer la sierra de Guara. Hemos ascendido a las cimas más altas de sus montes, recorrido sus crestas, admirado su paisaje, capturado con nuestras retinas sus pueblos y ermitas; pero hoy no va a ser nada de eso, hoy nos metemos en sus mismísimas entrañas, en una de las cavidades que el agua ha perforado sobre la frágil piedra caliza.
El descenso del Basender, marca muy bien el proceso de formación de un cañón que al principio casi llano, va labrando la roca a través de pasillos poco profundos.


José Antonio desciende (sin cuerda)
El primer obstáculo lo hacemos sin cuerda, a alguno se le nota la experiencia adquirida cuando de niño, saltaba las tapias de los corrales para..., otros sin embargo, miramos cada uno de los pasos, por ver si hay fondo y ahora al escribir estas líneas, certifico que lo hay.
Por esta vez, no voy a relatar cada uno de los pasos y rápeles que hemos realizado, ni de las sensaciones vividas en las entrañas de Guara, simplemente dejo una pequeña descripción y algunas fotografías que la oscuridad del entorno ha tenido a bien dejar plasmar. Y comienzo con el momento más entrañable, cuando en una impresionante galería con un sonido que para sí quisieran algunos grandes teatros, "el Ruiseñor de Sallent", nos deleita con una jota:

Benito nos explica...
El barranco comienza en un pasillo estrecho con numerosos giros para llegar a su primer descenso en donde se abre para ofrecernos toda su belleza y dirigirnos por diferentes salas y bonitos rápeles que nos adentran en curiosos pasillos de poca altura, los cuales forman laberintos de curvas y espacios asombrosos, para terminar en una gran sala, a la cual accedemos por el rápel más largo (14 m.) de recorrido y terminar en el Vero que lo vadeamos en un par de ocasiones para acercarnos a la fuente del Vero y volver a los coches. 


Primer rápel.
Yo también estaba.
Maite, sin problemas.
The Doctor.
Alonso, de tal palo tal astilla.
Fernando (¡va fumao!)
A por la última.
Luis también.
Por fin hemos salido al mundo.
Resto de fotos aquí:

Poca vegetación puede brotar en este barranco, pero ahí donde sus paredes dejan entrar la luz, van apareciendo algunas orejas de oso, e incluso un quejigo  y un serbal se han atrevido a desarrollarse en este profundo entorno.
Lola nos espera en el aparcamiento, cogemos los coches y nos vamos a comer a Colungo a "A Olla", que mi compa de curro Leticia me ha recomendado, es su tío Dionisio quien lo regenta y nos sirve exquisitas viandas y una tarta con unas velas formado un número que no voy a describir, que corresponden a los años que cumple la de las muletas, ¡Felicidades Lola!.
Y gracias a Benito que una vez más, y está no será la última, nos ha guiado como solo él sabe hacerlo, enseñándonos técnicas diversas y ofreciendo toda su amistad (y la compañía del "Ruiseñor de Sallent".
Y en la próxima, nos iremos a celebrar el solsticio de verano a las tierras que Machado y Gabinete Galigari cantaron, a tierras de Piedad, de Pilar, de Anuncia, de..., vamos que los de Esbarre nos llevan al Urbión.
Hasta pronto

2 comentarios:

  1. Me he alegrado mucho de ver a Lola por esos andurriales.

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  2. Ya ves, con ganas de ponerse las botas y caminar, pero de momento: piano, piano.

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