miércoles, 16 de diciembre de 2015

PICO GABARDIELLA

Día 12 de Diciembre de 2015
    Lo suyo sería remitirnos al relato que describía, hace algo más de un año y medio, la misma ruta, circular para más señas, solo que en esta ocasión, los amigos de Esbarre han preferido ser fieles al movimiento de las saetas del reloj.
   Salimos de Zaragoza bien temprano, la mañana es fría, niebla alta en el cielo. Cerca de Huesca, no es la niebla que ha bajado, somos el resto que hemos subido lo suficiente como para adentrarnos en lo más profundo de la boira.
      En los auriculares, Diana Krall acompaña mi dulce sueño viajero, momento en que el autobús se detiene en la capital de La Hoya. De entre la niebla, se adivinan dos cuerpos humanos que se nos acercan. -No teman, son amigos- Elena y Jesús se suben al carro de la alegría.
     La subida por el puerto de Monrepós, nos descubre que sí, que el cielo existe, empero todo no es luz, el embalse de Arguís presenta un aspecto desolador, la lluvia, este Otoño, se hace de rogar.
Lúsera desde el puente.
     La vieja carretera que antaño nos llevaba camino del Norte, la salvamos sin contratiempos. Allá abajo, en la nueva autovía, un bus como el nuestro, y una caravana de carros de hierro, se dirige hacia las pistas de esquí del Pirineo, en donde sus ocupantes intentarán deslizarse por la escasa nieve que cubren las montañas.
      Nos desviamos por la carretera de Nocito, da la sensación de que el autobús ocupa el noventa por ciento de ella, salvo en las cerradas curvas de Belsué, que lo hace en un ciento veinte por ciento.
Cruzando por el Puente de Lúsera.
   
 Nos detenemos a la altura del desvío hacia Lúsera, junto a su puente. Ciento treinta metros más arriba, este pueblo está  edificado sobre un rellano de la ladera, orientado al sur, de manera que en invierno queda más expuesto a los rayos solares y menos a las nieblas del fondo del valle. Su iglesia, a medio rehabilitar, está dedicada a S. Miguel. 
   Nos abrigamos, hace frío y, además, la primera parte del ascenso, transcurrirá por cara norte, el sol lo veremos, lo veremos como ilumina Lúsera.
      Poco más de las nueve de la mañana, una veintena de hombres y cinco valientes mujeres, estamos cruzando el puente sobre el barranco, bravo en otras ocasiones, que tan solo unos charcos helados descansan sobre su lecho. Recorremos su margen izquierda por un suave sendero, hace frío de verdad, hay quien se queja de las manos, otros se tapan hasta el pensamiento. Jesús, que encabeza el batallón, comenta:-¡pronto se les pasará el frío!-.
Escarcha de la mañana.
      Y así sucede, en un giro perpendicular hacia la derecha, abandonamos la ribera, y la senda comienza a ponerse más en cuesta que algunas economías en estas fechas. 
          Y es que nos encontramos en las puertas de las fiestas de fin de año y la naturaleza, que es sabia, adorna nuestro paso como si de una de esas "gran vías" de las ciudades se tratara: Escaramujos, boj, erizón y resto de plantas, se han cubierto con una bellísima capa  de escarcha. Arriba, en el cielo, Venus se resiste a esconderse para guiarnos hacia... Corto que estoy desvariando el tema, pero hay que estar allí para entender estas sensaciones.
Nos vamos calentando.
           Bajo nuestros pies, el suelo se encuentra helado y algunas piedras ponen a prueba el agarre de las suelas todoterreno. El sendero zigzaguea, lo que hace agradable el ascenso, atrás parece que alguien anda algo afectado. Se trata del "Juli", lo que nos lleva a pensar que hasta las montañas más altas pueden caer y este mozo es monte de fino porte, es un gran tipo. Se da media vuelta, el Gabardiella no se moverá, le acompaña Carmen que, seguro, le cuidará como a un hijo.
        El resto seguimos ascendiendo esta cuesta de más de setecientos metros, nos despojamos de alguna capa de ropa, la subida va calentando al personal.
          La vegetación de bosque bajo, va dando paso al prado, arriba ya se divisa el collado en el que, una vez alcanzado, hacemos un descanso. Lo merecemos.
Por la cresta.
        Una ligera brisa, nos recuerda que estamos en Diciembre. Hacia el Este, divisamos nuestro camino: un cordal que poco a poco, va tornándose en crestas y al fondo, nuestro objetivo.
      Se escuchan ladridos de perros, varios disparos y en la cresta, apostados, observamos algunos cazadores, fusil en mano, por si algún jabalí consigue escapar del cerco que han montado en el Barranco Fondo el resto de los fusileros. Le preguntamos a uno de los de arriba, y nos contesta que no corremos peligro, ¡menos mal!.
  Con mochilas y bastones, como únicas armas, proseguimos la ruta por la cresta que tras salvar un cima cuyo nombre desconozco, alcanzamos la cumbre del Pico Gabardiella (1696 m.).
En la cima.
Nuestras guerreras.
      Una vez arriba, el personal calienta las cámaras fotográficas, estas no disparan balas, pero cada uno de sus ¡clic!, captan, no solo esos felices semblantes de quienes han alcanzado la cima, sino el panorama que se nos abre a uno y otro lado. El Norte nos muestra las grandes montañas de la cadena pirenaica, desde el Bisaurín hasta las Madaletas. Hacia el Sur, asoman por encima de la niebla que cubre los valles, el Pico Borón, el Huevo de S. Cosme, los mallos que escoltan el embalse de Vadiello. Y al Este, casi al alcance de la mano, el Fragineto y Tozal de Guara nos recuerdan alguna que otra sudada. Entre estos y nosotros, allá abajo entre ladridos y disparos de fondo, el río Guatizalema va esculpiendo en la tierra, uno de los valles más admirables de la Sierra de Guara.
Buena vista.
Por la cresta del Pico de la Luna. Al fondo, el Gratal.
       Una fotos más, y nos volvemos sobre nuestros pasos. Abajo sigue la desigual batalla del hombre contra el animal.
     En el collado, retomamos la ruta circular. Un bonito cresterío nos va subiendo, poco a poco, hasta el Pico de la Luna (1636 m.). La estrecha cresta del lugar, no permite pararse por mucho tiempo, eso sí, lo suficiente como contemplar, delante de nosotros otros montes como el Gratal, atrás hemos dejado a su amada Gabardiella, aquella pareja de montes a los que el amor los dejó en su sitio, que ya conté en otra ocasión y que a petición de algún compañero de estas aventuras, reproduzco:
   "Cuenta la leyenda que Gabardón tenía dos hijas, Gabarda y Gabardiella. Los tres eran felices y Gabardón estaba muy orgulloso de ellas. Gabarda era la hija mayor y siempre pensaba en ir a recorrer las tierras bajas para poder ver de lejos el horizonte limpio sin montes por medio, así que se casó en las llanuras de los Monegros y allí vivió feliz.
Gratal.
      La hija pequeña, Gabardiella, era más revoltosa y a ella le gustaban los montes, los ríos, lagos y bosques. Un buen día conoció a Gratal y se enamoró perdidamente de él. El tiempo pasaba y Gabardiella no podía dejar de pensar en Gratal, suspiraba por él. Un día Gabardón le preguntó- ¿Qué te pasa hija mía?, -hace días que te noto ausente y entristecida,
- Padre, no puedo dejar de pensar en Gratal, estoy enamorada.
- ¿En Gratal? ¡Eso es una locura! Es el pico más pobre que existe, no tiene vegetación fresca, tan solo matorrales y pedruscos. ¡No lo consentiré!
       A pesar de los esfuerzos por parte de Gabardiella para convencer a su padre de la unión con Gratal, no hubo nada que hacer. Gabardiella se quedó triste y desolada, y Gratal, que no podía controlar sus sentimientos, hizo todo lo posible por que Gabardón aceptara su unión, sin conseguirlo.
Cara E. de Gabardiella.
     Así que juntos decidieron huir en una tarde de tormenta mientras las montañas se dedicaban a fabricar sus truenos. Atravesaron riadas y dificultades pero la fuerza del amor era más fuerte.
      Gabardón, como ya era viejo, pidió ayuda a su amigo Guara que era un gran gigante, y tales fueron las voces que dio llamando a los amantes, que los montes del Pirineo miraban compungidos, sin atreverse a decir nada. Cuando los encontró les pegó un fuerte manotazo haciendo que se cayeran por tierra, cogió un tajo de su clava y partió la montaña en dos, dando lugar al Flumen que empezó a correr.
      A partir de ese momento Gabardiella y Gratal quedaron separados para siempre, hundiendo sus corazones en un mar de dolor.
       Gratal, que aunque no muy grande, si era decidido y tenía dignidad, decidió vengar su dolor y una noche cuando el gran gigantón de Guara descansaba, le dio un golpe mortal. Los terribles gritos de Guara no suscitaron ningún efecto, ya que murió y quedó tumbado para siempre".
El sueño eterno del gigante.
Collado de la Luna del Pueyo.
    El "descenso de La Luna" es bastante fuerte, aunque más fuertes son estos mozos y mozas.     Pronto llegamos a un pronunciado collado, el de la Luna del Pueyo (1460 m.), al que le sigue una subida por las ladera del Pico de Los Paules (1540 m.). 
   Alguien ha contactado con Julián y Carmen, vienen en dirección contraria a nuestro encuentro. cosa que ocurre cuando estamos llegando al Collado de Los Paules (1326 m.). 
       El lugar, un pastizal en el que el vacuno dejó su huella en el verano, nos parece un buen sitio para comer, además el sol nos mantiene algo calentitos. Cada cual saca de su mochila la intendencia necesaria para estos fines, algunos han tenido la buena idea de subir la bota con un excelente vino.
Descendiendo
       No tardamos mucho en levantar el campamento, el frío se va apoderando de tan agradable comedor y pronto estamos descendiendo por el Barranco de Los Paules. En los primeros metros, bajo nuestros pies, es el prado el que nos ve pasar; poco a poco, va apareciendo el boj, su sombra ha mantenido durante, todo el día, el hielo en el suelo, Doña Prudencia nos visita. Ya, más abajo, el bosque de pino apacigua el frío y, una vez más, cambiamos el modelito montañero.
          No sé si es que andamos algo tocados del coco o lo es del cuerpo, pero en pocos minutos nos encontramos sobre el embalse de Cienfuens. Digo embalse porque en otras ocasiones lo hemos visto con agua, hoy, su vaso está más seco que los orejones que me comeré pronto.
Embalse Sta. Mª de Belsué 2014
Embalse Sta. Mª de Belsué 2015.
Dique.
     Con la esperanza de que el siguiente, el de Santa María de Belsué, se encuentre más húmedo, seguimos la marcha por la margen izquierda del Flumen (río).
      Alcanzamos el dique y el panorama es desolador, tan solo un hilito de agua que serpentea por el lecho de un embalse completamente seco. En este Otoño, la naturaleza se está portando con nosotros, casi tan cruel, como lo hacemos nosotros con ella.
       Pero esto no empaña, una jornada que está a punto de concluir. Tan solo un paseo bajo un agradable bosque, nos separan del Puente de Lúsera, aquel que nos ha visto partir esta mañana y que ahora nos recibe en esta última de las salidas programadas d´Esbarre en este año que se nos va.
           En Arguís, una cerveza premia a unos y otras con su espuma refrescante, premio que, ¡caray!, nos lo hemos ganado.
           Y este humilde "golpeateclas", que intenta plasmar en "Viejamochila" lo que sus ojos admiran, así como los sentimientos que le provocan las pateadas por esos senderos, desea que los amigos de Esbarre, del Stadium Casablanca, de Mayencos, Os Estalentaos, y tú que tienes la paciencia de leer hasta estas últimas líneas, paséis unas fiestas sin necesidad de usar protectores gástricos y que el año próximo, recorramos juntos nuevos caminos.
          No quiero olvidar a todos los que, en el pasado Abril, dejaron sus vidas en Nepal y a los que allí siguen, intentando levantar el país que nos acogió con alegría a los que tuvimos la suerte de recorrer sus montañas, collados y valles.

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Track.

Datos técnicos:
Recorrido.
Perfil.
Distancia: 17,6 Km.
Desnivel acumulado positivo: 1060 m.
Desnivel acumulado negativo: 1060 m.

2 comentarios:

  1. Muy bonito relato, gracias por los deseos y felicitaciones para el año nuevo. Que para ti también este lleno de salud, alegría, cariño y recorridos por estas bellas montañas que tenéis.

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    1. Gracias Danielle, mis deseos los hago extensivos a tu próxima aventura que, seguro, será todo un éxito.

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