martes, 8 de marzo de 2016

MONTE OSCURO (Sierra de Alcubierre)

Día 5 de Marzo de 2016
    Las previsiones meteorológicas anuncian borrascas con nieve en las grandes montañas aragonesas. Ha costado pero finalmente las cumbres del Pirineo se han teñido de blanco y a don Monte-cano (Moncayo) le han asomado las canas típicas de estas fechas. ¿Y en el centro?, en el centro sopla el cierzo y no hay nube que tenga narices de quedarse a escurrir sus enaguas.
       ¡Qué podemos hacer en un día como hoy con un tiempo como este?, ¿gastar sofá?, ¡pues nada de eso!. Nos quedamos en el valle, echamos el cuerpo hacia "las cumbres de Monegros", a ver si la sorprendente sierra de Alcubierre nos acoge, por una jornada, a Maite y un servidor.
San Caprasio.
      No hace mucho en otra entrada (que puedes ver aquí), comentaba lo austero de este bello paisaje monegrino, cuando subimos al hermano monte de San Caprasio. Este, el Oscuro, sería la oveja negra de la familia alcoberreña.
       Son, los Monegros, tierras de contrastes, puede uno verse entre la calma chicha, que te deja aplanado, o ser víctima de vientos imposibles. Te puede atacar el sol de manera inmisericorde o el hielo en los más fríos días de invierno. Pueden, sus pobladores, pedir agua o rogar para que deje de llover. Debe de ser esa la razón,  de que uno se sienta atraído a ponerse el disfraz de diablo y surcar las sendas de este bello infierno.
Perdiguera.
    Vamos en dirección a Perdiguera, pequeño pueblo a un tiro de piedra de Zaragoza que quiso ser "ciudad residencia" de Zaragoza en los años de la locura urbanística y que murió en el intento, ejemplo de ello lo tenemos en la entrada a la población, en la que una fallida urbanización ejerce de monumento a la estupidez.
          Otra cosa son sus gentes, bonachonas donde las haya, y sus calles presididas por la iglesia de Nuestra señora de la Asunción, construida en 1496 con una única nave de estilo gótico. A finales del

Ntra. Sra. de la Asunción.
siglo XVI, se agrandaron las capillas laterales y se dispuso una galería abierta por arcos de medio punto, decorada con cenefas y rombos en ladrillo resaltado. Se levanta la torre de planta cuadrada en ladrillo y tapial mudéjar, sobre otra anterior de mampostería, en la que destaca la composición geométrica formando cruces y rombos. En el siglo XVIII se construye la típica galería de estilo aragonés con arcos de ladrillo. La construcción de la galería obligó a levantar la torre en un tramo más, conformando el actual campanario. El remate octogonal de este último cuerpo se construyó en el siglo XX. En su interior guarda varios retablos de la segunda mitad siglo XVI.
Por esos caminos.
       A su paso, me vienen algunos recuerdos: Aquí quedó para siempre un buen amigo, José Antonio Sasot, entregado a su trabajo, su familia y a la defensa de los derechos de sus compañeros. Quedó, también, en Perdiguera, el resultado de las chapuzas que algunas asistencias técnicas, externalizadas por las administraciones, realizaron en el proceso de concentración parcelaria. En este caso, hoy, el dueño de aquella empresa es consejero de lo agrícola del gobierno aragonés. ¡Olé!.
        Pero hemos venido a lo que hemos venido y "cierzo en popa" dejamos Perdiguera por el camino que sale del cementerio y que, durante 6,5 kilómetros, el coche recorre con alegría hasta el punto de partida de la de hoy.
Sabina.
       Por un buen trecho, andamos por el camino de Valdelasyeguas, por la noche ha llovido y la tierra arcillosa se agarra a nuestras botas como "Rita  al escaño". 
      Los barbechos, escoltan a los campos que verdean teñidos por la mies recién lavada. Un cartel nos anuncia el camino que lleva a Monte Oscuro, una pequeña referencia dice que desde este monte es el punto que más "pedazo" de Aragón se ve. Su nombre, como el de Monegros, parece ser que se debe al bosque de sabinas que cubren las laderas de esta colina. Más adelante añadiré una ocurrencia mía relacionada con lo de la oscuridad del sitio.

Pino invadido.
    Pino carrasco (invadido por el muérdago), quejigos, carrascas, enebros.., acompañan a la reina sabina de gran porte en estas latitudes.
    Seguimos transitando por el interminable camino de Valdelasyeguas en dirección S.E., nos detenemos en una paridera a echar un trago, queda mucho trecho que recorrer y hay que hidratarse.
     Ahora, poco a poco, vamos girando en dirección Oeste, y adivinamos que lo plácido del camino va a tocar a su fin. Y es que una cuesta nos acerca hasta unas instalaciones meteorológicas presididas por un radar en forma de gran bola.
¿Ovni?.
       Hay quien, llegado hasta aquí, dice que está en la cima del Monte Oscuro, pero no, hay que bajar un pequeño, pero fuerte tramo de senda (hemos dejado la pista) hasta un collado y seguir el camino hasta... 
     La reciente nevada y fuerte viento del temporal que azotó estas tierras hace un par de días ha dado con los grandes pinos en el suelo, tapando por completo algunos tramos del sendero. Y ahora toca ascender hasta la cima del Monte Oscuro por... ¿donde?. El GPS entra en acción orientando nuestros pasos hacia un caos de madera. Como decía un poco más arriba, añado la ocurrencia que adjetiva al nombre de este monte: "oscuro". 
Maite luchando contra la adversidad.
      Así es, nuestros pasos, a partir de ahora, van a transitar una senda que desaparece bajo una montaña de troncos y ramas y que debemos atravesar como bien podamos. ¡Vamos!, que ni el Bandido Cucaracha, conocedor de estos terrenos,  se atrevería a recorrer. Además, no solo son árboles recién caídos, algunos llevan el suficiente tiempo como para deshacerse bajo nuestras botas: 
-¡Maite, parece que es por aquí!
-¡No, que está cegado!
-¡Pues damos un rodeo!
-José Luis, ¿mira si es por allí?
-Aquí parece que se puede pasar, ¡vamos p´allá!
-¡Nada, hay que tirar por allí.
En la cima.
         Y así hasta alcanzar una cresta que nos lleva hasta la cima del Monte Oscuro y desde el que, efectivamente, se divisa una buena parte de Aragón: Al sur, a lo lejos, las "nubes" de las montañas turolenses; al Oeste, una falda "nubosa" envuelve el Moncayo; mirando hacia el Norte observamos las "nubes" pirenaicas. Menos mal que el cierzo se encarga de tener bien limpio el Valle del Ebro y podemos disfrutar de una buena panorámica de sus verdes campos y sus poblaciones presididas por la "inmortal" y "despejada" ciudad de Zaragoza que hoy celebra su fiesta, "La Cincomarzada".
El valle.
De nuevo...
      Se rememora aquel 5 de marzo de 1838 en el que, durante la primera guerra civil de España, tropas partidarias del pretendiente al trono de España, Carlos María Isidro, autoproclamado CarlosV, intentaron el asalto y ocupación de la ciudad, fracasando en su intento.
      Y nosotros, ¿fracasaremos en el intento de bajar de esta colina?. Tomamos aire, un último vistazo a la panorámica y...de nuevo más de lo mismo. Incluso, víctimas de la ley gravitatoria, realizamos alguna que otra pequeña medición de la distancia que separa el trasero del suelo. Las puntas de hoja de carrasca se alojan en las manos. Todos estos obstáculos nos impiden andar más de dos metros en condiciones dignas. Finalmente el GPS nos conduce a la semi-senda que hemos dejado antes de ascender. 
Tomando aire (cierzo).
Esto sí, esto es una senda.
       Es hora de echar algo al cuerpo, se lo ha ganado con creces y ¿donde hacerlo?, pues sentados en uno de los miles de troncos que la "naturaleza" ha colocado en forma horizontal. "No hay mal que por..."
        Superado el obstáculo del día y con los deberes cumplidos, retomamos la marcha por el sendero en el que encontramos algún pino caído que salvamos sin ninguna dificultad. 
    No tardamos en acceder a una pista desde la que ya se adivina el final de esta ruta circular que, una vez recorrida, no tengo valor de recomendar a nadie mientras se encuentre en las condiciones actuales. Sí que se puede llegar hasta las instalaciones meteorológicas sin ningún problema, pero el resto mejor dejarlo, no es apto para "el humano".
         Y como humanos que somos, nos detenemos en Perdiguera a visitar otro de sus monumentos "el Asteruelas". Un grifo del establecimiento  vierte en nuestros vasos un fresco líquido espumoso que agradecemos de todo corazón.
          Por la tarde, nos acercamos a la capital de los Monegros, Sariñena, allí viven Carmen y Miguel, unos de esos amigos que, pese a la distancia y otras circunstancias, siempre los encuentras cuando los buscas. Además, Carmen nos ha preparado un chocolate que está "pa chuparse los dedos".
       Volvemos a Zaragoza, volvemos con el sol de frente, sol que no consigue cegarnos de la experiencia de una vista más al monte, aunque en esta ocasión haya que valorar más nuestro esfuerzo que la senda recorrida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario