lunes, 5 de septiembre de 2016

TREKKING EN MADEIRA (Y III)



"Ya sé, amigos míos, que debería haber publicado esta última entrega de nuestro viaje por tierras medeirenses, con algo más de premura. Lo siento, pero unos días con los nietos a las orillas de ese castigado Mediterráneo, bien vale un perdón. Espero que así sea.
Pues ¡ahí va!:"
Día 12 de Agosto de 2016  (Paul da Serra a Seixal)
Camino de Paul da Serra. Desolación.
     Desayunamos tan bien como cenamos anoche. Tras despedirnos de Cecilia, nos desplazamos, petate en mano y en procesión, por las frescas callejuelas de Jardim do Mar hasta su plaza en donde nos espera el microbús, para trasladarnos al mismo lugar en el que ayer terminamos la etapa: Paul da Serra.
      De nuevo somos testigos de incendio, árboles quemados, señales chamuscadas, junto a la carretera las brasas siguen ardiendo, no muy lejos vemos que el fuego sigue haciendo de las suyas.
Caminantes
      Nos encontramos en un especie de meseta, se trata del lugar más llano de la isla a 1400 m. de altura, al que llaman "Campo Grande".
     Un día más el calor es insoportable, hay que meterle caña al bote de crema protectora. 
        Comenzamos a caminar por un sendero entre grandes brezos y muchos helechos que en algunos momentos nos superan en altura. ¡O estas plantas son muy altas o nosotros "pequeñicos"!
     A nuestra izquierda, Oeste, entre grandes masas arbóreas, la Ribeira da Janela nos separa del foco del incendio, objeto de los disparos de nuestras cámaras, pues el resto del paisaje, por el momento, no resulta muy atractivo.
Quinto día de fuego.
       En las laderas del valle, se adivinan las "Levadas de Calheta" que desde la Central Hidroeléctrica de Calheta, en el sudoeste de la isla arrancan, una de 40 km, que va hasta el extremo de la isla, y otra de 14 km que va hacia el este hasta la Ribeira da Ponta do Sol.
       Durante siete kilómetros la ruta es un sube y baja incesante con un par de miradores, en uno de ellos podemos observar la Ribeira de Seixal, pero para llegar hasta allí... mejor no pensarlo.
       Ya es hora de comer, Nelio nos desvía de la ruta para acercarnos a las cercanías de Fanal donde se encuentra un lago y un pequeño, pero conservado, cráter.  Pero esto no lo vamos a ver, no pertenece a la ciencia de la botánica.
Camino de Fanal.
        Estamos en el corazón de la "laurisilva", o sea, nada mejor que refugiarnos del sol bajo unos enormes laureles, sacar la fiambrera y la bota (hoy llevamos botella de reserva), y acallar los conciertos gástricos.
      Con los deberes cumplidos, recogemos el campamento y nos disponemos a iniciar una dura batalla con el sol.
     Nos detenemos en una especie de collado desde el que, desde el centro de la isla, divisamos el océano y un pueblecito, mil cien metros por debajo de nosotros.
      He dicho "especie de collado", porque esos más de mil metros los comenzamos a descender bruscamente aunque, afortunadamente, la senda discurre por el mayor bosque de laurel de Madeira.
        Además, no solo el laurel protagoniza el entorno, son otras las especie que podemos observar. Nos llama la atención el helecho arbóreo de varios metros, ejemplar que solo se puede observar en este paraje.
Helecho arbóreo.
Y sin machete.
     El paso por el barranco de Galinhaça, nos proporciona algo de frescor, no en gran cantidad pero suficiente agua para mojar la cabeza.
      Frescor el que sentimos, bajo la sombra de una espesura de árboles y plantas, autóctonos unos e invasores los otros.
      Allá abajo, cada vez más cerca, divisamos unas casas que pertenecen a Chao da Ribeira, localidad situada en un valle elevado sobre la parroquia de Seixal. El lecho de la ribera está ocupado por terrenos agrícolas y por sus correspondientes casas de aperos, que constituyen un escenario realmente bucólico.
                Este valle está marcado por un vasto manto de bosque Laurisilva.
Llegando a Seixal.
       Desembocamos en una carretera que recorremos hasta desviarnos por una levada que discurre entre cultivos locales.
        Pronto estamos descendiendo por unas escaleras que bajan por Seixal, para dirigirnos al hotel y dar descanso a las tabas que se han cepillado más de mil seiscientos de dura bajada.
       Pero, ¡otro contratiempo más!. El hotel de marras, por no se que lío de confusión, no nos ha reservado las habitaciones y "está completo". Como no es cosa de ponerse nerviosos, descendemos a los bajos del establecimiento y, frente al océano, mojamos las penas con unas "cervejas".
         Hemos dejado al guía en la recepción para que busque una solución, cosa que realiza con toda eficacia, y en poco tiempo unos taxis nos llevan a la cercana ciudad de Porto Moniz.
Puerto Moniz.
         El nombre de Porto Moniz se cree que esté relacionado con Francisco Moniz, que contrajo matrimonio con una de las nietas de aquel capitán despistado que se encontró la isla, Gonçalves Zarco. Este pueblo es el punto más al noroeste de Madeira y también el más espectacular, con sus bellas piscinas naturales, sin duda el mayor atractivo que posee. Rodeadas de extrañas formaciones de roca volcánica, estas piscinas poco profundas cuentan, en marea alta, con aguas cristalinas y son el lugar de baño favorito para los habitantes de la zona. Tras la cena, algunos van a visitar las piscinas y, de paso, meter los pinreles en tan limpias aguas.
     Yo me recojo en la habitación, tomo notas para poder recordar lo que intento plasmar aquí y, poco más tarde, estoy soñando con...
     Boa noite.

Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:
Distancia, 15,8 Km.
Desnivel + 317 m.
Desnivel - 1688 m.

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Día 13 de Agosto de 2016 (Encumeada a Curral das Freiras con ascenso al Pico Grande)
Caminando entre eucaliptos.
     Bueno amigos, esto se va acabando, hoy realizamos la última etapa que comenzamos cerca de la de hace un par de días, en la zona de Encumeada.
     La primera parte desciende, por un camino bastante amable con nosotros, su trazado por bosque nos protege del sol, aunque en este caso es el agresivo eucalipto, encargado de beber el agua y comerse los nutrientes de otras especies autóctonas.
       Uno de estos monstruos ha caído y nos corta el paso, pero lo salvamos con cuidado. Nelio y José Antonio, "el de Jaulín", se esfuerzan por abrir el paso para dejar el sendero practicable.
       Poco más adelante cruzamos bajo un gran tubo que lleva las aguas de la Levada do Norte hasta la Central Hidroeléctrica da Serra D´agua.
Terrazas imposibles.
       La senda culebrea bajo las faldas del Pico Encumeada, por un momento divisamos, allí arriba, la cara Norte de nuestro objetivo,  el Pico Grande, tan solo de mirarla da miedo. Esperemos que nuestra ruta sea menos vertical.
         El sendero de hoy nos muestra el esfuerzo del hombre por cultivar cuatro palmos de un terreno que trabajado en terraza le produce alguna cosecha. Tienen, también las parcelas,  algunos corrales para la cría de gallinas.
    El camino comienza a empinarse, eso sí, bien empedrado y colgado sobre un profundo valle. Me pongo en cabeza para tirar de Maite y Luis C., pues prefieren subir a piñón y no parar mucho. Delante de mí, decenas de lagartijas, asustadas, van corriendo hacia sus escondites, entre las abundantes zarzas que, aun con cuidado, dejan su huella en la piel.
Y ese, ¿por donde se sube?
Hacia el pico.
        Nos detenemos en una fuente a remojar la gorra, arriba ya se divisa el collado Boca do Ferro al que, con bastante calor, accedemos en pocos minutos.
      Llevamos ascendidos unos seiscientos metros, muy calientes ellos y aquí en plena solana, un par de grandes árboles dan sombra a un grupo de franceses que, con galantería gala, nos dejan uno para nosotros.
         De los once que somos, ocho, junto con el guía, iniciamos el ascenso a la cumbre de hoy. Como no tuvimos ocasión de trepar montes el pasado día 10, hoy nos lo tomamos con mucho afán.
            En la primera parte de la subida, la senda transcurre por la cara sur, junto a una pared de roca en cuya superficie se podría freír un huevo.
¡Hale, que ya queda poco!
         Más adelante, es tal la descomposición del suelo, que las botas y vías respiratorias son víctimas del fino polvo.
          Benjamín nos precede al resto, detrás el personal lleva buen ritmo. En una cornisa nos reagrupamos, ya se ve el "piquito".            Un esfuerzo y estamos en su base.
      La satisfacción de haber llegado hasta esta cota y el respeto hacia "doña prudencia", invita a tres de los valientes a quedarse aquí. Los otros cinco, junto con Nelio, tiramos "p´arriba", por una pared equipada con una sirga deshilachada y una cuerda que "ni pa tender". Mejor agarrase a las piedras que aunque queman, seguro que no nos fallarán, y así es, hacemos cima en el Pico Grande (1654 m.), auténtico balcón de gran parte de la isla de Madeira.
En la cima.
        Al Este, tenemos os abortados Arieiro (1818 m.  ); Torres (1851 m.); la cumbre de Madeira, el Pico Ruivo (1862 m.); incluso adivinamos la ruta que hubiéramos llevado. Junto a nosotros, el hermano Pico Redondo nos enseña su formación geológica de rocas compuestas por varias capas de ceniza volcánica.
      En el Este, otro que no pudimos subir, el Ruivo de Paul (1640 m.) rodeado de molinos aerogeneradores.

Unidad montañera.
No es chocolate.
       Y al Sur, mil metros por debajo de nosotros, un profundo valle con nuestro destino Curral das Freiras en su parte alta, y al final, junto al océano, la capital de Madeira Funchal. Vamos, toda una borrachera de paisaje que en estos tipos de picos semiaislados se puede disfrutar.
       Mostrando las enseñas de los clubs de los que somos socios los cinco: Mayencos, Esbarre y Casablanca, nos hacemos unas fotos como corresponde a la gesta. 
       Y, chavales, "p´abajo". Con cuidado (y con hambre) vamos descendiendo por el mismo camino de subida hasta las sombras, son las cuatro de la tarde y sin comer. Pues eso: fiambrera va, bota vuela...
Curral das Freiras.
       Con la pasta, todavía en la garganta comenzamos un fuerte descenso por el sendero que nos facilita el paso con diversas lazadas, además estamos bajando por la cara umbría de la ladera y ya no pasamos el calor del resto del día. 
        Y, como he dicho al principio, esto se acaba y lo hacemos en el primer garito que encontramos en Curral das Freiras, pequeño pueblo ubicado casi perpendicularmente entre unas montañas en el corazón de la isla.
       Se cree que la enorme caldera en la que está asentado el pueblo fue formada por la erosión. Esta es la teoría más reciente, aunque muchos creen que se debió a la actividad volcánica. En 1566 las monjas del convento de Santa Clara huyeron de los piratas que atacaban Funchal y encontraron refugio aquí, trayendo con ellas sus tesoros.
Esta, no es de vino.
         También nosotros encontramos refugio en este pueblecito entorno a otro tesoro: una "Coral" espumosa y unas patatas típicas, para celebrar que, un año más, hemos terminado, con menos talento, pero eso, hemos terminado que no es poco.
       Nos viene a recoger el microbús para trasladarnos a Funchal, Nelio se apea en su casa, luego acudirá a nuestro encuentro.
         Una vez en la capital, el conductor aparca y dice que ya hemos llegado:
      -ese de enfrente es el hotel- dice el chofer.
A uno que se ha estudiado el programa, se le queda cara de tonto: nos han cambiado de garito, de nuevo sin previo aviso.
     Digo garito, porque una vez en las habitaciones, ubicadas en un edificio contiguo, certificamos que nos han dado "gato por liebre", vamos que más que habitaciones parecen viejos cubículos en los que moverse sin tropezar es milagroso.
        A la hora fijada, el guía de Atlantik Talent, Nelio, se encuentra esperándonos. Le pregunto si ya sabía los del "cambiazo", contesta que sí pero que se le había olvidado informarnos, que el hotel previsto se encuentra ocupado por unos alemanes que no han podido regresar a su país, que "disculpen ustedes", que...bla, bla.
             ¿A nadie de esa empresa se le ha ocurrido mejor solución?, ¿por qué no han metido a los alemanes en este garito?. Y si no podían, ¿por qué no nos alojan en uno de igual  o superior categoría del previsto?.
Una de las Portas.
      Es un tema que , a toro pasado, no podemos solucionar, así que "a desconectar tocan" y nos vamos a disfrutar de la cena de ¿despedida?.
      Cenar, cenamos pero al contrario que en otras ocasiones nadie toma la palabra, no hay intercambio de recuerdos, vamos, "simplemente cenamos".
    Abandonamos el restaurante para recorrer la zona "Velha de Funchal" por el abarrotado centro histórico de la ciudad con la intención de visitar el "Arte de Portas Abertas", proyecto realizado para abrir las puertas de la ciudad de Funchal al arte y a la cultura. No son " entradas virtuales", sino antiguas y olvidadas. Son puertas de tiendas, espacios abandonados y deteriorados que han cobrado nueva vida, con el propósito de sensibilizar a la población, llenando las calles de eventos culturales y artísticos.
        Un pequeño recorrido y el guía nos dice que nos deja, ha de coger un autobús, el autobús a...
"Obrigado, muito obrigado, Nelio"
      Volvemos al garito y, como en peores catres hemos dormido, nos dejamos mecer en los brazos de Morfeo.
Boa noite.








Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:
Distancia, 13,7 Km.
Desnivel +, 939 m.
Desnivel -, 1204 m.

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Día 14 de Agosto de 2016  (Funchal nos atrapa)
La "pateira do Columbus"
         Como el vuelo de regreso sale por la tarde, aprovechamos para disfrutar de la mañana, pues el microbús no vendrá a buscarnos hasta las cuatro de la tarde.
        Con el restaurante reservado para el mediodía damos un garbeo por el puerto en el que vemos una carabela, réplica de la Santa María de Colón.
      Posteriormente, unos nos vamos a recorrer las calles de Funchal, otros de tiendas, incluso Lola y Luis suben al barrio alto con el funicular. Son testigos del desastre producido en las casa y montes de Funchal por el incendio del pasado lunes.
Dejo estas fotos que me han cedido ambos.
...alumbra, sopla, da en los rascacielos...

empuja las estatuas, muerde, aventa...

...arden inmensidades de edificios podridos como leves pañuelos...


...cesa la noche, el día se acrecienta.
¡El día llegará!
Fachada del Ayntamiento.
      Maite, Celia, Benjamín y yo, recorremos las calles, perdidos, abstraídos por sus casa, sus edificios...
    Hacemos un alto en la plaza Praça do Municipio, allí nos encontramos con el ayuntamiento de Funchal con sede en el Palacio del Conde Carvalhal  que fue comprado por el municipio para situar ahí la alcaldía. Ejemplo de la arquitectura portuguesa de finales del XVIII, destaca su patio interior decorado con azulejos y la fachada que mezcla piedra negra y encalado blanco, lo que crea un marcado contraste.
Iglesia Colegio de los Jesuitas
     Junto al Ayuntamiento, encontramos la Iglesia Colegio de los Jesuitas (São João Evangelista) uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Funchal que fue fundado por orden del rey Sebastián, el 20 de agosto de 1569. Durante más de 400 años tuvo varios inquilinos, desde los jesuitas que edificaron el conjunto histórico para difundir la fe cristiana, pasando por los invasores ingleses, y por los militares que aquí se instalaron durante más de un siglo, hasta llegar a nuestros días como sede de la Universidad de Madeira.
Nave de la iglesia.
        Su fachada es austera y blanca, abierta con numerosas ventanas encuadradas de basalto negro y cuatro nichos que sustentan las estatuas de mármol de San Ignacio, San Francisco Javier, San Francisco de Borja y San Estanislao.
       Esta iglesia cuenta con una sola nave y una capilla mayor, y en su interior alberga varias pinturas del siglo XVII y XVIII, con molduras de talla dorada datadas en el año 1660 y exuberantes altares barrocos decorados con racimos de uvas. Las paredes de la sacristía se encuentran revestidas de azulejos azules y blancos del siglo XVII.
Azulejos
    Vemos también, una colección de retablos con pan de oro. El altar mayor está considerado como una joya de las tallas de la época en Madeira. Entre las numerosas capillas hay que resaltar la de las “Once Mil Vírgenes” dedicada a Santa Úrsula, por su hermoso altar. 
      Los muros de la iglesia están cubiertos de azulejos típicos de una excepcional belleza, confeccionados en talleres lisboetas.
     Arriba, el techo está bellamente pintado.
      Una caña, un paseo por un parque, la catedral ha cerrado, nos vamos a comer, no podemos despistarnos, porque hay que ir al aeropuerto, a ¿volar?...

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¿Volaremos?
      Aquí comienza el suplicio del que hablaba en la introducción de la primera entrega: Vuelo cancelado, vuelta a Funchal a dormir, para volver mañana, día 15 a las 10h. para ¿volar?...¡pues tampoco!. Los amigos de Iberia se han olvidado de nosotros y debemos de buscarnos la vida, no nos facilitan alojamiento.
      Afortunadamente, estamos respaldados por "Aragón Aventura", quienes desde Jaca, gestionan el tema y, en unos taxis desembarcamos, como lo hicieran los descubridores de Madeira, en Machico.
Adíos Machico.
        Este peculiar rincón de la isla presume de poseer la iglesia más antigua, la “Capela dos Milagres”, además de dos fuertes que aún son testigos mudos de la defensa de los isleños frente a los numerosos ataques piratas.
         Y como Machico cuenta con una maravillosa playa de arena del Sahara, allá que vamos. Dejamos las penas para otro rato y, algunos nos damos un buen baño para hacer gana y matarla  en un restaurante ubicado junto a la playa. Algunos pedimos un plato tradicional de la zona, "lapas a la parrilla", recolectadas en las rocosas orilla de Paul do Mar y que están... ¡ricas, ricas!.
         Por fin, el día 16, con un poco de retraso, conseguimos volar a Madrid y "con Iberia llegamos". El equipaje, no todo... De tres bultos extraviados, veinte días después, aún queda uno por rescatar.
         Ya en casa, valoro el trekking de este año de forma positiva ya que el conjunto de los amigos del grupo, problemas aparte, han sabido adaptarse a las circunstancia. Y esa isla, Madeira, aunque castigada por el fuego, queda en la memoria como " un jardín flotando en el mar; un bordado de emociones; un sinfín de olores y sabores; unas montañas esculpidas por el tiempo, retorcidas, mirando al cielo con su verde manto, hombres y mujeres adaptados a ellas...
Pero la memoria... dice Pedro Salinas:


"Hoy son las manos la memoria.

El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido".

       Y repito lo de arriba: Tocaba descansar, dedicar unos días a los zagales, tomar unos días sabáticos y... ahora a recuperar el equipaje missing.
Hasta otra

Mis Clics








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