jueves, 20 de diciembre de 2018

PICO DEL ÁGUILA (Arguis) Y ALGO MÁS

Dia15 de diciembre de 2018
Arguis y su embalse.
          Hoy hemos madrugado menos, el viaje es corto, vamos con destino allá donde la Hoya de Huesca deja de ser hoya, anticipo que nos regalan las sierras exteriores cuando viajamos camino del Pirineo, remanso de paz, lugar que nos enseña su embalse al que, como de costumbre, comentamos de la cota de su alterada lámina de agua, alimentada por varios barrancos (Fulco, Forna, Castil y Pozanco) y el río Isuela, testigo de casi medio siglo de las obras de unas carreteras que, como el Guadiana, aparecen y desaparecen una y otra vez.
          Con los de Esbarre despedimos este año montañero, aquí cerca de casa, en un entorno en el que la naturaleza y las comunicaciones libran una dura batalla en el mundo de las prisas.
Saliendo de Arguis.
          A la entrada de la población de Arguis, que será punto de partida de esta travesía, nos detenemos en el primer garito, a tomar un inmerecido desayuno y demás menesteres matutinos propios del ser humano.
         Arrancamos a caminar veinticinco pares de botas, atrás dejamos la sierra de Gratal y el Embalse de Arguís (este año presenta un aspecto bastante saludable). El cielo está cubierto pero la temperatura es agradable para la marcha de este animoso grupo.
          Frente a nosotros, adivinamos la sierra de Bonés medio tapada por las nubes, a la derecha la nueva autovía con poco tráfico para lo habitual en estas fechas (las pistas de esquí pirenaicas no han abierto sus puertas a los amantes del deporte de nieve).
Embalse de Arguis
Barranco del Fulco.
        Abajo, las aguas del castigado barranco del Fulco, lloran una vez más. Es la enésima vez que se construye sobre su cauce una carretera, arrojando sobre él tierras y materiales como si de una escombrera se tratare. Es el precio del progreso diseñado y ejecutado por elementos poco respetuosos con el medio en que vivimos.
             El sendero sube y baja (más de lo primero) por un terreno compuesto de grises margas y de escasa aunque interesante vegetación.
              Un repecho nos deja en Mesón Nuevo (ya no lo es tanto). Por ser punto divisorio de dos barrancos, corre el aire con unas ganas asombrosas de cortar las pieles. Paramos al abrigo de sus paredes.
En el Mesón Nuevo.
Caminantes haciendo camino.
            Este lugar, que en otros tiempos era el "camino muletero de Huesca a Biescas", ya tenía cierto trasiego desde antaño, había numerosos mesones u hostales repartidos por el camino. Uno de ellos es el Mesón Nuevo, ahora apartado de la carretera general. Siglos en pie viendo el trajín de las gentes a su alrededor.
             Girando en dirección sur, reanudamos la marcha por un bonito sendero que asciende suavemente; caen unas gotas justificativas de las predicciones metereológicas que auguraban ¡a cántaros!. Sí que es cierto que la humedad es alta, el suelo se encuentra mojado y algo resbaladizo, cosa sin importancia para este experto grupo.
Paisaje cercano-
           Poco a poco vamos ganando altura, alcanzando un cordal con la cubeta de Arguis a la derecha y Belsué a la izquierda, ¡qué bonitas vistas serían si la niebla nos lo permitiera!. Así pues, disfrutaremos de la compañía y del entorno más próximo en el que el pino silvestre y algún ejemplar de roble van dando paso al erizón, esa mata semiesférica de forma almohadillada sobre la que no recomiendo a nadie sentarse, ni siquiera a las monjas más curtidas en la mortificación de la carne, porque el erizón pincha, y pincha mucho: de ahí que se le llame popularmente como  piorno, cojín de monja, rascamoños...
En la Punta del Águila.
            Pronto alcanzamos el punto más alto de la jornada, la Punta del Águila (1627 m.) perfectamente amojonada con un hito de piedras. Lugar en el que nos autofotografíamos (selfie le dicen ahora) ya que el paisaje se halla ausente.
          Un ligero descenso nos acerca hasta la pista asfaltada que sube desde Mesón Nuevo y... ¡zas! ya estamos en el denominado Pico del Águila (1609 m.) que aunque algo más bajo, sí más famoso que la "punta" por albergar un bosque de antenas repetidoras y por ejercer de mirador hacia los Pirineos, Hoya de Huesca, Sierra Ibérica, y un sinfín de lugares emblemáticos que hoy, hoy no toca, la niebla nos impide ver más allá de la base de las toneladas de hierro de estas gigantes torres del progreso.
Antenas.
El grupo en el Pico del Águila (detrás, tras la niebla, el Pirineo)
Al fondo comienza a verse la Hoya de Huesca (se adivina el embalse de La Sotonera).
Descenso por el Barranco Castil de Villas.
           Un pequeño descanso, fotos de grupo, y ¡p´abajo! volviendo durante unos metros por la pista hasta un desvío de la senda que hemos de tomar, que lleva camino de la ermita de Ordás y de Arguis.
         Poco a poco la niebla se va abriendo, arriba sobre nosotros los buitres de anchas alas inician sus majestuosos vuelos; mientras, el embalse de Arguis se deja ver, no así las Sierra de Gratal que se esconde bajo las nubes. 
       El sendero desciende apaciblemente mostrándonos, a nuestra izquierda, el profundo tajo abierto por el barranco Castil de Villas y los potentes espinazos calizos que atraviesan la montaña descubriéndonos un paisaje sorprendente, más allá del que nos ha mostrado la vertiente de subida.
Arguis.
¡Agarrate fuerte!
          Un paso equipado con cadena lo salvamos sin ningún problema; más abajo todavía, el camino desciende en un agradable zig zag sobre un canchal pedregoso retenido mediante fuertes muros de piedra. Es el vivo ejemplo del terreno inestable que tantos dolores de cabeza proporciona a los constructores del puerto de Monrepós.
            La canchalera va dando paso a un frondoso bosque de pino royo con ejemplares de gran altura por el que discurre el sendero que en este tramo se muestra particularmente amable con estas gentes, sendero que en sus últimos metros se ha visto engullido por las obras de la A-23, que hemos de salvar caminando entre andamios, cables, escombros, hierros y demás materiales de construcción, atravesando la autovía por el desagüe del barranco Castil de Villas.
Por la canchalera.
El camino grande se come al pequeño.
El ocaso.
            Ya llegamos a nuestro destino, el garito de la mañana; ahora no pedimos café, el grifo barrilero escupe una birra de gran aprecio para acompañar a bocatas y demás artículos comestibles.
          Sobre las aguas del Embalse de Arguis se refleja un sol que se esconde tras nubes y montañas; se esconde, no sé si avergonzado, no sé si cansado o, simplemente, se aleja en esta tarde de invierno que camina hacia aquellos otros lugares donde el crepúsculo corre borrando las barbaridades e insolidaridades que resultan baratas de adquirir en el mercado de la insensatez. 
               Ha sido, la de hoy, una sencilla travesía por un bonito paraje, algo apagado por la niebla, que nos ha impedido disfrutar de las vistas de estas tierras pero no importa, las montañas y sus valles siempre estarán allí, aquí están nuestros amigos de Esbarre finalizando la última salida de un programa  anual elaborado con entusiasmo.

Datos técnicos
(El track para GPS pulsando sobre la palabra wikiloc de abajo)


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Por los Pinares de Venecia (Foto de Ignacio Herrero).
          Mañana, día 16, cambiaremos el chip, Maite y yo nos iremos con la buena compañía del CAI Nordic Walking a recorrer algunos lugares del sur de Zaragoza, comenzando en el Parque José Antonio Labordeta, para subir por el cabezo de Buenavista hacia los Pinares de Venecia, lugar que me trae recuerdos de mi niñez y adolescencia cuando guerreábamos por "aquestos lugares".
              El viejo camino del tiro de bola (o de las Canteras) nos acercará hacia la Planas de Torrero para descender hasta las inmediaciones de Cuarte. A partir de aquí, el río Huerva y el Canal Imperial de Aragón, nos devolverán al lugar de partida para, en buena fonda,  dar rienda suelta al pecado de la gula y homenajear al dios Baco.
                En los postres, los responsables del grupo nos mostrarán un audiovisual con algunas de las joyas de la programación para el próximo y cercano año.
CAI Nordic Walking en la Fuente de La Junquera (foto de Ignacio Herrero).
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Con las gentes del Stadium Casablanca.
            Y nada, se nos va otro año más, un año que comenzamos en tierras cubanas con nuestros amigos Alfredo y María Ángeles; un año que, en varias salidas hemos compartido senderos con las gentes del Stadium Casablanca de Zaragoza; un año más compartiendo cuestas y mesas con los mozos y mozas de Esbarre; otro año en el que hemos ascendido algún "piquito", descendido valles, sudado camisetas, olido flores, escuchado el dulce cantar de los pájaros (y algún ronquido), mojado bajo alguna que otra tormenta.
Esbarre.

         Otro año en que ese otro grupo, denominado "Estalentaos", sin más reglas que la amistad, hemos realizado los acostumbrados trekkings de verano por tierras de las Vals d´Arán y Barrabés, y por los Carpatos rumanos; un año en que Maite, Alfredo, María Ángeles y un servidor, hemos caminado por un bonito recorrido entre Colliure y Cadaqués con el Mediterráneo a nuestros pies, mar que cada vez que lo miraba me recordaba las vidas que cada día están quedando bajo sus aguas, y de la vergüenza que siento de pertenecer a una sociedad tan insolidaria con los que huyen de guerras y hambrunas.
Por Rumanía.
Algunos "Estalentaos" en el refugio Cap de Llauset
Cuba (Parque Nacional Alejandro Humbold)
             Y, finalmente, un año que se nos ha llevado a dos amigos, Lola y Luis. En cada uno de los senderos que nuestros pies pisan, en cada cima que conseguimos alcanzar, en esos momentos de charradas y risas, en cada proyecto montañero y frente a estas teclas, difícil no recordarles y echarles de menos. Son dos personas a las que todos queríamos y, como decía Maite en la despedida de sus amigos, allá en la Basa de la Mora: "A su lado, nunca nos faltó una chispa de cariño; unas risas; unas gotas de betadine; un “esto no es nada"; una buena charrada, (especialmente con Lola, esa mujer de dulce mirada y buenos sentimientos).
    ...hay un recuerdo que sobresale por encima de todos, es ese cariño que siempre tuvieron el uno con el otro, esas miradas de cómplice dulzura, esa preocupación para con los suyos, esa dedicación a quien requiriera de su afecto y, sobre todo, el amor que tenían a sus hijas Teresa y María"...
                  Hasta siempre amigos
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          No necesitaremos muchos parabienes para que en el año que se nos aproxima las cosas vayan mejor, los recuerdos nos empujan a seguir caminando por esos senderos y, si la salud nos lo permite, seguir subiendo y bajando cuestas un día tras otro; como decía en la anterior entrada, "...finalizada la jornada, echaremos una mirada atrás, no sé si a la montaña, no sé si a la vida, veremos la cumbre que unas veces alcanzaremos y otra se nos resistirá, pero no importa, en el camino descubriremos cosas bellas. Subiremos despacio, con firmeza, disfrutando de cada momento y al llegar a la cima la recompensa de su paz será el regalo".
              Mientras tanto esta, "Vieja Mochila" de creencias mundanas, en estas jornadas dedicadas a "San Colesterol" "os desea que sean de buen rollo. También os pide un pequeño recuerdo para con aquellos que no lo tienen tan fácil".
              Y, como no, a todos los que le soléis  echar un vistazo a este vuestro blog os deseo un feliz año nuevo.
                Hasta pronto.

jueves, 13 de diciembre de 2018

PUNTA RAMÍREZ (o Remílez)

Día 8 de diciembre de 2018
Punta Ramírez y Barranco Bernaza.
            No tiene la altura del Aneto, ni la estampa de Collarada; no tiene las paredes de sus hermanos Ezcaurre o Güerri; no se llama Bisaurín, ni Castillo d´Acher, se llama, simplemente, Ramírez o Remílez. ¿Que por qué se llama así?, ni idea, si alguien lo sabe cuéntemelo; eso sí, subir hay que subirlo, sus mil metros de desnivel lo atestiguan y arriba las vistas son impresionantes. Así que Maite y yo, en esta templada mañana de invierno ¡allá que vamos!. 
            Dejamos el "buga" aparcado junto a esas famosas granjas cuya construcción afea la bella estampa de uno de los pueblos más bonitos de Aragón que es Hecho.
                    Convencidos que hoy la cosa es de subir y bajar, los falsos llanos los dejamos para otro día, comenzamos a caminar cruzando el barranco de Bernaza por encima de las gradas de hormigón que ejercen de colchón hidráulico. Aquí, las sendas se dividen en forma de "Y", a la izquierda queda la que nos verá llegar, cogemos, lógicamente, la de la derecha.
Hecho
Sendero por encima del barranco.
         Los primeros metros los recorremos por un sendero, algo aéreo, que va subiendo por la margen derecha del citado barranco.
            Abajo va quedando Hecho, sus gentes desadormecen, los enamorados que en la noche anterior cantaban en cheso aquello de "S'ha feito de nuei", ya van espabilando; los que lo hemos hecho en Siresa, al menos a mí "Lo peito me brinca'n tornarte a besar" (lo siento, "s'ha feito de nuei" es una canción que me encanta).
       El sendero se va introduciendo en un espeso bosque de pinos, hayas, robles, boj, algún acebo y otras plantas; las de hoja caduca, poco a poco, van desnudándose para recibir las nieves que, digo yo, tienen que venir.
Por camino alfombrado.
                La subida es continuada, una pista que serpentea la atajamos cruzándola tres veces por atajos de alfombrada senda.
         Alcanzamos la cresta divisoria con el valle de Urdués siguiendo senderos, más o menos marcados, ascendentes. Tras alcanzar un alto relativo topamos con una nueva senda que desciende hacia la misma cuenca y que por un momento confunde nuestros pasos, pero pronto corregimos el error recuperando la cresta esta vez durante un tramo con un camino más definido correspondiente a una antigua trocha.
          Caminamos a paso de montañeros entrados en años, de vez en cuando me vuelvo a ver que tal va Maite, llevamos ya un buen palizón de subir y subir y, ya se sabe, dice la canción: "cuando l'uno caye, l'otri a devantar"
Un alto en el camino.
Tramo sin definición
            A partir, aproximadamente, de los 1470 metros el camino pierde definición, hay que ir orientándose por el GPS, sabiendo que hemos de tirar "p´arriba" hacia el norte-nordeste por la línea de cresta, campo a través, sin mayores dificultades que el desnivel acumulado en nuestras "garras". 
          Arriba ya se ve el vértice geodésico de la cima, un empentón más y ya estamos en lo más alto de Punta Ramírez o Remílez (1824 m.), que de ambas formas lo llaman.
            Como decía al principio, las vistas son impresionantes: algunas nubes no impiden la contemplación de montañas tan emblemáticas como Bisaurín, Agüerri, Ezcaurri, Los Alanos coronados por Peña Forca, Peña Oroel, Santo Domingo, Collarada, Pala de Ip... 
En la cima.
Peña Oroel.
Tras Las Cutas asoma el Bisaurín.
Agüerri.
Descenso hacia Los Cubilares
           En fin, imposible de plasmar en esta página las sensaciones que se sienten en estos momentos, tras realizar un esfuerzo y recoger la recompensa de esta acertada afición a la montaña. Además, el hecho de no haber encontrado un alma en todo el ascenso, de encontrarnos con los ojos apuntando al mismo objetivo y volverlos el uno hacia el otro... "Dicen que un querer ye dos no más".
            Pero, amigos míos, hay que despertar; desde aquí está claro el camino de descenso. Bajamos por la cresta que, en dirección oeste, delimita el valle del Barranco de Bernaza y Los Cubilares; si lo hiciéramos en el otro sentido iríamos hacia Las Cutas y el Collado de Lo Foratón. El fuerte desnivel lo atacamos, en algunos momentos, zigzagueando entre los varios senderos surcados por el ganado. En el camino, una vaca de buen ver, se aparta para dejar libre nuestro paso. Poco más abajo, un joven pastor nos pregunta si hemos visto una vaca que está a punto de parir, ¿será esta?.
¿Será esta la vaca perdida?
Nuestro mesón
               Atentos a no despistarnos en un tramo del que parten varios senderos, alcanzamos un refugio forestal en cuyos alrededores descansan unas vacas ignorando, desagradecidas, nuestra presencia (con el fondo de Los Alanos forman una bella estampa). En la puerta de la caseta unas piedras acogen con gran cariño las nalgas de ambos, el sol calienta el resto; espléndido lugar y momento para darle rienda suelta al bigote y meternos al cuerpo unos filetes de jamón turolense entre unas rebanadas de pan de Bailo. Se echan de menos algunas botas de vino como la de Toño o la de Valentín, ¡qué le vamos a hacer!.
Bella estampa.

Descendiendo.
           Tras un buen rato, con mucha pena, abandonamos el lugar pues aún queda un buen trecho de descenso que por el momento transita por el cordal, ahora en dirección sur. Poco a poco la vegetación, principalmente compuesta por pinos, robles y boj, va apareciendo. El sendero, con trazado más evidente que el de la subida, conforme va bajando lo hace más bruscamente pero su trazado en zig-zag lo agradecen nuestras tabas como si se tratara un regalo pre-navideño.
          Hecho se ve cada vez más cerca, por encima de la villa, otra, Siresa nos muestra con arrogancia su impresionante monasterio románico de San Pedro.
Siresa
Finalizando.
        El sendero sigue descendiendo, ahora cruzamos una pista que nos va acercando al Barranco de Bernaza, auténtico artífice del espectacular valle que hemos circunvalado y que, alcanzado su fondo, nos devuelve al punto de arranque de esta mañana.
             Finalizada la jornada, echamos una mirada atrás, no sé si a la montaña, no sé si a la vida, ves la cumbre que unas veces alcanzamos y otra se nos resiste, pero no importa, en el camino descubrimos cosas bellas. Subimos despacio, con firmeza, disfrutando de cada momento y al llegar a la cima la recompensa es el regalo perfecto de este "gran viaje".
               Ya en casa, aporreando las teclas, miro a través de los cristales de la ventana y "s'ha feito de nuei"
               Hasta pronto
Datos técnicos
(El track para GPS lo tienes haciendo clic sobre la palabra wikiloc del mapa)


lunes, 10 de diciembre de 2018

JARABA - CALMARZA (Por el Barranco de la Hoz Seca y Río Mesa)

Día 6 de diciembre de 2018
Comienzo reflejado
            Esta vez nos vamos a tierras de baños, de buitres, de paredes, de sabinas, de hoces..., nos vamos a Jaraba; somos tres, Toño, Maite y yo.
            Un café con "torrezno", en el camino, y pronto estamos atravesando la zona de balnearios. Es pronto, hace algo de frío y este impactante rincón en el que agua y tierra se hermanan, se encuentra desierto de personal.
             Pasadas las instalaciones de balnearios y embotelladora de agua dejamos el "buga" de Toño, bajo las impresionantes paredes rocosas de La Pedriza. Tan solo queda calzarnos las botas, cargar las mochilas, atarse los machos y "p´alante". Buena parte del recorrido discurre por los senderos GR-24 y su variante GR-24.1.
Santuario.
                   Un pequeño tramo de la carretera que sube a Calmarza (Z-453), a orillas del río Mesa, nos acerca a la entrada del Barranco de la Hoz Seca. Enseguida descubrimos, arriba incrustado en la roca, el Santuario de la Virgen de Jaraba. Cuenta la leyenda que la Virgen, realmente se apareció al otro extremo del Barranco pero lo escarpado del terreno llevó a edificar el santuario, en el siglo XVIII, en este lugar. Se trata de un templo de fábrica barroca constituido por la ermita, situada parcialmente bajo la roca, y la casa del ermitaño a la que se accede por una puerta en arco de medio punto.
Barranco de la Hoz Seca
             Por este desfiladero discurre la Cañada de Campillo, por lo que se advierte, a lo largo del recorrido, del uso ganadero del barranco; en nuestro recorrido vamos encontrando apriscos (lugares cercados donde se recoge el ganado por la noche para resguardarlo de la intemperie), corrales, algún brosquil (corral cerrado y oscuro para separar a los corderos a fin de que su carne salga más blanca), todos ellos construidos bajo los abrigos de la roca y cerrados con muros de piedra caliza.
               Conforme vamos avanzando observamos las edificaciones nombradas; el sendero, como el barranco, serpentea una y cien veces. Arriba, sobre las  altas rocas de las enormes paredes que nos escoltan, algunos buitres esperan que suba la temperatura para introducirse en una corriente térmica y elevar su majestuoso vuelo hacia el cielo.
Entre apriscos.
Brosquil.
Camino de las pinturas rupestres.
               Los pastores a los que hacía referencia no debieron de ser los primeros en habitar estos territorios, así lo atestiguan las pinturas rupestres descubiertas en el otoño de 2009, de forma casual, por el vecino de Jaraba Serafín Benedí. Tras su estudio, los investigadores concluyeron que se trataba de figuras adscritas estilísticamente al arte rupestre levantino. Un estilo de datación compleja dictaminó que su antigüedad ronda los 7.000 años. Las cinco figuras se encuentran en una pared rocosa: se pueden apreciar un hombre, una mujer, un ciervo, otro de interpretación más compleja (un ciervo o una cabra) y una figura arbórea, que se realizaron como aviso o marca del territorio. Para alcanzar esta obra debemos realizar un pequeño esfuerzo, pues hay que superar un buen desnivel pero vale la pena, las pinturas se encuentran en un buen estado de conservación.
Pinturas rupestres.
¿Forajidos?
           Desandamos el camino hasta llegar, nuevamente, al fondo del barranco para adentrarnos en este sorprendente desfiladero moldeado durante miles de años por la acción del agua sobre la roca kárstica y caliza creando grandes y hermosos relieves. Aquí abajo, pese a que el sol entra con dificultad, algunas plantas se desarrollan en este inhóspito barranco como la sabina, carrasca, guillomo, escaramujo, espliego, majuelo... Arriba, en el cielo, los buitres comienzan a desplegar sus enormes alas e iniciar su majestuoso vuelo (el entorno recuerda a aquellos desfiladeros de las películas del oeste en que los forajidos se esconden en lugares como este hasta que llega John Wayne y...).
Salvando el último tramo.
           Empequeñecidos, entre enormes paredes, seguimos nuestro serpenteante camino que en algunos momentos se estrecha, en otros nos regala algo de espacio, en otros... no hay más, el barranco se acaba (o comienza, según se entienda), los últimos metros los salvamos por unos tramos equipado con grapas, clavos y sirga.
            Es hora, ya nos lo vamos ganando, en una agradable solana nos detenemos a descansar y tomar el plátano reglamentario junto a unas dosis variadas de chocolate y un trago de "isostar" de Cariñena.
           La parada nos ha dejado como nuevos, así que "los tres adebán". 
                      Alcanzamos el camino a Campillo que nosotros lo recorremos, entre cultivos, viejos corrales y pinares colgándose al abismo del Barranco de los Hocinillos, hacia Calmarza.
Calmarza.
Fuente de Calmarza.
             Por las calles del pueblo ¡ni un alma!, tan solo un gato observa a "los tres mochileros" cómo se detienen ante una curiosa fuente jalonada por una cruz y cubierta por las hojas que el otoño ha depositado sobre el entorno.              Recuerdo que cuando, hace años, anduvimos por aquí con los de Esbarre, había un bar pero
––¿dónde está? 
––preguntemos
––¿a quién?
––¡qué sé yo!
––mira, en esa pared, escrito sobre una flecha, pone "bar"
         Con unas aceitunas, unas cañas y buen humor brindamos por estar pasando un buen día, además el zagal, Francisco, hijo de la regente del garito nos deleita con su simpatía.
Peirón.
               Hay que seguir, aún queda tajo que cortar, así que nos echamos las mochilas al lomo y "p´alante".           
                 Entre viejas casonas, ante un peirón que se yergue en lo alto de una tapia junto a verdes huertos regados por la abundante agua que corre por las acequias, vamos abandonando Calmarza, pero no del todo pues nos acercamos a ver esa maravilla hidráulica de Pozo Redondo que el río Mesa, nacido en Castilla, nos regala formando una cascada que con una altura de unos cuatro o seis metros, inunda de ruido agradable y de pequeñas gotas de agua todo lo que le rodea. Después, mansamente abandona el pueblo para seguir su camino.
Pozo Redondo.
Salto de Pozo Redondo.
Por la vereda del río Mesa.
              Como el río, abandonamos este embriagador lugar, lo abandonamos por la carretera que conduce a Jaraba que no tardamos en dejar, adentrándonos en las orillas del cauce, verdadero artífice de esta maravilla que son "Las Hoces del Mesa".
                  El sendero discurre  junto a las aguas transparentes y cristalinas, protegidas casi siempre del sol por la sombra de un bosque de ribera formado por chopos, fresnos, sauces y otras especies vegetales que, a estas alturas del año, han tapizado el suelo "cual alfombra persa". Una y otra vez nos detenemos a dosificar nuestras emociones, en cada uno de los rincones esculpidos por las aguas del Mesa.
Río Mesa.
Alfombra.
               De nuevo volvemos al asfalto de la carretera, arriba, en las altas paredes los buitres van retornando a sus buitreras, aquí abajo unas piedras que caen sobre el suelo nos hacen volver la vista y, junto a nosotros, unas cabras montés se alimentan en los matorrales. Estos animales, poco a poco, se están acostumbrando a la presencia del hombre y, "como si nada", ahí se quedan a que las fotografiemos en la pose que sea menester.
             Antes de alcanzar la entrada del Barranco de la Hoz Seca, por donde hemos comenzado en l´albada, bajo una pared coronada por un par de buitres, nos sentamos en un merendero con la honrada finalidad de meterle mano a la mochila y extraer de ella esos bocadillos que en los senderos saben a gloria, la bota de vino de Toño pone el resto.
Buitres.
Cabra.
                   Se nos acerca un hombre de abundante y grata conversación, nos habla de las cosas que se están realizando en Jaraba, de la labor de reconstrucción de apriscos y corrales, de marcaje de senderos, y del hallazgo de las pinturas rupestres que "él descubrió"... efectivamente, se trata de Serafín Benedí.
         Cumplidas nuestras necesidades gastronómicas atacamos los últimos metros del día que, una vez cerrado el círculo, nos llevan por el mismo camino por el que comenzamos esta sorprendente e histórica ruta por tierras de pastoreo, de agua, de piedra y de buitres, espacios que han sido testigos de una dilatada andadura histórica y tapizados de una extensa nómina de rincones naturales y monumentales.
               Hasta pronto.

Datos técnicos
(Algunos de los datos de la aplicación no coinciden exactamente con los registrados en mi dispositivo, no obstante puedes acceder al track pulsando sobre la palabra wikiloc de abajo)